Hemos de llegar al Colegio Claret, Colegio que en sus inicios vislumbró que la penosa situación que profesores y alumnos viven prontamente ha de obligar a los Superiores de los Hermanos a buscar un nuevo predio para realizar la tarea de dar cristiana educación a los niños. 1200 almas, nos dicen las crónicas, han pasado por sus aulas, desde aquel lejano 1959, en que se funda la primera escuela en el barrio de la Fuensanta, hasta este 2009 cambiante que nos atiende.
Años de fecundísima labor de estos eméritos educadores entre los niños de la clase humilde, modesta de la ciudad, años de "ir haciendo la obra hora a hora y minuto a minuto... calladamente", y de " la mañana a la tarde".
El quehacer conjuntado de Dirección y profesorado proclamaba día a día el elevado espíritu y admirable cordialidad que en todos iba reinando: alumnos procedentes de familias que superaron la riada de 1957
Testigo mudo de aquellos campos abiertos, con huerta familiar, sin jardines ni infraestructuras, sin edificios de 10 o 15 plantas como los actuales, juegos y escondites, de aquellos hombres educadores y alumnos vivarachos; alegrías y tristezas conjugadas en el vivir cotidiano de la gente del barrio. En su quietud de piedra el edificio fue recogiendo los flashes de la cámara, soportando el peso del joven alumno cuadro de honor, del brillante deportista, de la joven pareja de recién casados; o del primer comulgante. Siempre ahí en su detención estática del tiempo, en su reposo... ha inspirado momentos de luces y de sombras a los cientos de estudiantes que pusieron cimientos a su vida, persona y cultura entre las cálidas paredes de estas aulas transformadas con el paso del tiempo.
Si momentos hubo, en nuestra historia, en que la vida y las hazañas se medían al compás de los reinados, por ser el rey depositario del poder y crisol de los deseos y vivencias de sus súbditos..., no nos sirven hoy estos parámetros para mensurar un mundo tan amplio y cambiante.
En el deseo de "acotar" los tiempos y amontonar recuerdos, creo oportuno no dejar que transcurran las décadas frías y los lustros tibios... Dotar del calor que imprime el hombre "la persona" a estos períodos de nuestra historia de 50 años.
En las aulas recordamos los famosos "dictados semanales" y el minucioso empeño por escribir correctamente: composición y caligrafía son pilares básicos de la educación que transmiten los Claretianos. Con aquellos Dictaditos, o el Cálculo, La Sagrada Escritura y otros pocos más fuimos atesorando conocimientos en las aulas.
Nuestros Hermanos Directores se reparten cercanía, creatividad, profesionalidad, junto al resto del profesorado funcionariado y seglar. Las actividades culturales llenan sus campos de acción: grupos teatrales de alumnos, comunidades cristianas de padres, alumnos y profesores. A todos debe llegar y proyectarse la formación que el colegio ofrece.